"El amor por las criaturas vivientes es el más noble atributo del hombre."

Charles Darwin
Familia y Cotidianidad

Experiencia de Vida

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Dino un miembro de la familia, más que una mascota

Me he dado cuenta al pasar el tiempo que ha ido en aumento la tendencia de humanizar a nuestras mascotas; les hablamos, las peinamos, las vestimos, los llevamos con regularidad al médico, pagamos operaciones costosas con tal de que se encuentre bien.  Nos encariñamos a tal punto que sabemos lo que quieren o hasta lo que sienten con un intercambio de miradas.

¿Sabía usted el compromiso que adquiría al tener una mascota?

Desde niña crecí  rodeada de animales domésticos: gallinas, cerdos, vacas, caballos, perros y gatos; en casa de mi abuela tenían gallinas como proveedoras directas de huevos y carne, y en el momento que necesitábamos los “servicios  de alimento” no dudábamos en tomar la que nos indicaba mi abuela y hacer uso de la escoba (los que han vivido  en zonas rurales durante su niñez entienden perfectamente a que me refiero); todos participábamos del proceso hasta el momento que era hora de sentarse a almorzar; lo mismo ocurría con el cerdo en navidad, lo cual no me gustaba ni ver ni participar.

Al tratarse de  perros el único que conocí de forma cercana siendo niña fue un doberman  hembra “Maya” que le pertenecía a un tío; esta perra era tan fiel e inteligente que salía sola con nosotros de casa de mi abuela hasta la nuestra acompañándonos y protegiéndonos en el camino, esperaba a que entráramos y se devolvía.

Imagen con fines ilustrativos.

Nunca he sido una persona que desee tener mascotas pero tampoco me ha molestado tener animalitos a mi alrededor sin embargo, al nacer mi hijo mayor y apenas empezó a comunicarse pudo expresar el gran amor hacia los animales y el deseo enorme por tener  un perrito.  En ese momento tanto mi esposo como yo evitábamos  ese tema, pues sabíamos que tener una mascota conlleva a una enorme responsabilidad y determinamos que nuestro hijo no estaba listo para eso.

La historia que estoy por contarlas es conocida por muy pocas personas y fue un momento en donde definitivamente la que no estaba lista era yo.  Obtuve la información de una perrita que necesitaba casa y pensé que podría ser un gran sorpresa para los chicos y al mismo tiempo proveerle techo y amor al animalito;  la alegría en los ojos de mi hijo fue enorme. Con los días el carácter inquieto de “Laika” empezó a relucir, los chicos se subían en los sillones cuando empezaba a  ladrar, los perseguía y los mordía jugando pero ellos no lo entendían; empezó a hacer por todo lado sus necesidades pero aún así mi hijo estaba enamorado de su perrita y cómo no si era toda una belleza.

Laika

En ese momento tenía dos niños pequeños, no tenía ayuda con la casa y sentí que me desbordaba entre la limpieza los chicos y la perrita.  Un mes exacto pasó para que yo tomara la decisión de buscarle otro hogar a Laika,  uno donde tuvieran otros animales y contaran con la experiencia de como educarlos y manejarlos.

Convencí a mi hijo para buscarle otro hogar pues mamá sentía que la perrita la sobrepasaba y a cambio le daría una pecera con muchos peces de colores.  Mi hijo a duras penas y del todo no convencido accedió y Laika se fue a vivir con quien según yo tenía todo lo que ella necesitaba.

Sí, ya me puedo imaginar lo que pueden estar pensando y definitivamente nadie escarmienta en cabeza ajena. Lo que Laika necesitaba era más paciencia de mi parte y poco a poco aprendería todo lo necesario para que conviviéramos felizmente, me equivoqué era una inexperta en temas de mascotas  y también en los sentimientos que éstas pueden generar en nuestros hijos una vez que se encariñan.  Mi hijo a la fecha se le llenan los ojos de lágrimas al recordarla y yo sigo repitiendo lo mismo cada vez que hablamos del tema ” lo siento, no me supe como manejarlo, fue mi error”.

Dos años después seguía viendo el anhelo en los ojos de mi hijo por un perro; así que busqué en internet  cuáles perros son mejores para niños y  además pequeños para que la mayor parte del día  lo pasara en casa. Al final opté por el maltés y me comprometí de corazón a que no importaba si me daba trabajo, alergias, desvelos, disgustos, lo que fuera este perrito se quedaría con nosotros para siempre.

Un 01 de mayo del 2015, llegó Dino a nuestra familia y desde ese momento recibe con amor a cada uno de nosotros cuando nos siente llegar, nos acompaña al pie de la cama, de la mesa, del escritorio, inclusive en la cocina se queda a mi lado aprovechando para comer lo que por descuido cae al suelo.  Es noble, amoroso y ha sacado lo mejor de todos nosotros.

Las mascotas siempre terminan siendo responsabilidad de los adultos, es un asunto familiar;  así que antes de tomar la decisión de traer un animalito a casa los que verdaderamente tenemos que estar listos somos los adultos, sin querer le causé un gran dolor a mi hijo; sabemos que Laika esta bien y cada vez que se recuerda en casa Santiago se le parte el corazón pero también ama a su perro Dino.  Con esta experiencia mi hijo supo que su mamá no es perfecta que se equivoca al igual que todos los seres humanos y que no tuve jamás mala intención con mi decisión.

Cuidemos a nuestra mascotas, tengamos paciencia con ellas ya que se convertirán en el miembro más fiel de la familia.

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